Cámara y transparenciaLa experiencia no se improvisa

La experiencia no se improvisa

“La persistencia en el trabajo y el amor por la entidad, siempre es recompensada

 (Pablo Emilio Cardozo Aguilar)

 

Por: Nubia Stella Parra

Diferentes son las circunstancias de como los funcionarios de carrera, de la planta central, de la Cámara de Representantes, se vincularon a la entidad; en el caso de Pablo Emilio Cardozo Aguilar, fue la música la que le permitió acercarse a un evento en el que el entonces presidente de la Cámara de Representantes, el congresista Hernando Turbay Turbay (q.e.p.d), hacia presencia como invitado especial. La simpatía, carisma, talento y respeto de Pablo Emilio, despertaron la confianza del congresista, quien lo hizo su servidor más cercano, y posteriormente lo vinculo a la planta de personal de la institución.

 

Su posesión se firmo el 19 de diciembre de 1980, donde inicialmente fue nombrado en lo que en una época fue llamada la sección de Anales del Congreso, luego paso a ser parte de la Comisión Cuarta de la Cámara, y allí realizó las funciones de transcriptor, donde conoció y compartió en esa comisión con personajes como Víctor Renan Barco, Hernando López Otalora, Pablo Escobar Gaviria, Horacio Serpa, Alegría Fonseca, María Izquierdo de Rodríguez entre otros. Relata además que dio su paso por la secretaria general, donde aprendió sobre el proceso legislativo, y ejercía sus labores con el tema de las publicaciones en coordinación con la imprenta nacional.

 

Su mirada se llena de nostalgia al recordar todas las experiencias vividas en estos 45 años de trabajo, al servicio de la Cámara de Representantes, sus alegrías y sin sabores le sirvieron de motivación para dar ejemplo a sus cinco hijos, al lado de su amada esposa Milena.

 

Recuerdo que algunos congresistas se tiraron al piso y llamaban a sus escoltas, quienes además coordinaban con los esquemas de seguridad sobre la evacuación de los congresistas a quienes les pedían calma y mantenerse atentos a las instrucciones.

 

Al preguntar a Pablo Emilio sobre cuáles han sido las experiencias que más marcaron su vida como funcionario público, responde: “Fue un jueves, en el año 1995, finalizando legislatura. El congreso estaba sesionando, yo estaba en el Salón Boyacá, se sintió un estallido, todo el mundo corría por todo lado preguntando qué pasó, la policía se puso en alerta, porque había estallado una bomba en la Patio Núñez, parte trasera del Capitolio. Recuerdo que inmediatamente la policía acordono la zona y dio la alarma para que los congresistas salieran del Capitolio, algunas mujeres estaban llorando y los funcionarios de grabación del Senado estaban aturdidos, porque la onda explosiva despedazó los vidrios de esa oficina. Recuerdo que algunos congresistas se tiraron al piso y llamaban a sus escoltas, quienes además coordinaban con los esquemas de seguridad sobre la evacuación de los congresistas a quienes les pedían calma y mantenerse atentos a las instrucciones.

 

En el recinto del senado comentaban que el senador Eduardo Pizano, quiso lanzarse por una ventana, para esa fecha estaba citado el canciller, Rodrigo Pardo, el ministro de justicia era Néstor Humberto Martínez, quienes fueron evacuados rápidamente del Capitolio.  También una representante barranquillera del M-19 Janeth Suárez Caballero, se lanzó por una ventana del Salón Luis Carlos Galán, donde estaban reunidos, porque ella pensó que era un atentado contra ella.

 

El susto para todos fue grande, y entre el miedo y el alboroto, algunos congresistas pedían seguir sesionando y resistir al terrorismo, pero la mayoría estaba temerosa y confusa. Recuerdo que el representante por Nariño, Darío Martínez, tomo la vocería y propuso que se terminará la sesión y se convocara para el siguiente día, y el presidente de la Cámara de ese entonces Álvaro Benedetti, liberal, por Bolívar, (porque eran los liberales los que tenían el poder en esa época) y a pesar de la confusión que se presentaba, cito al ministro de Gobierno, Horacio Serpa, para un debate en torno al tema de la seguridad del Congreso y de los congresistas.

 

Eso era un “sancocho” de opiniones y protestas, recuerdo que el presidente Samper, y el presidente del Senado, se reunieron para ver si las sesiones se extendían al sábado y domingo.

Varios congresistas hicieron un fuerte cuestionamiento a la seguridad del Congreso, e hicieron un llamado de atención al general de la policía, oficial de enlace, encargado de la vigilancia y protección a funcionarios y congresistas.

 

Esta y otras anécdotas tiene Pablo en su baúl de los recuerdos, y guarda un profundo agradecimiento a su padrino político, Hernando Turbay Turbay, por la oportunidad que le brindo, para trabajar en una institución que le ha dado todo. Su último cargo de Auxiliar de Recinto, de la Subsecretaria General, le ha permitido compartir con muchos congresistas y compañeros de trabajo; y en especial, manifiesta una gratitud especial hacia su jefe Raúl Ávila, actual Sub-secretario general, el cual puso en él un voto de confianza, para que fuese él, su asistente en las plenarias, cuidando del registro de congresistas, una importante labor que le exigió cumplimiento, observación y constancia en su trabajo.

 

Se va con el corazón lleno de recuerdos, y aunque frunce la frente al evocar los malos momentos, agradece a Dios, a la vida, a la Cámara de Representantes, por todo lo vivido.

 

¡Gracias Pablo Emilio por los servicios prestados, éxitos en esta nueva etapa de tu vida!

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